Un escritor, nace, pero se hace con la vida...
Las experiencias van transformando su visión del mundo, de su forma de compartirlo a través de sus letras.
Un escritor es una persona, constante, que habita en pasos confirmados por su espíritu.
Todos los días intuye, mira, escucha, palpa, siente, todo lo que sucede a su alrededor, para poder transformarlo en su futura obra.
Normalmente dispone de medios a su alcance continuamente, un cuaderno, una grabadora, una servilleta de un café.
El escritor pasa horas documentándose sobre papel, de otras ideas y pensamientos ajenos a los suyos, de historia, leyendas, mitos, conversaciones, o simplemente de una mira de un extraño por la calle.
Un escritor no surge de la noche a la mañana, lleva el trabajo grabado de años en su piel, su esfuerzo no siempre es recompensado, pero aún así el escribe, porque es parte de él, porque no sabe comenzar el día sin que esa parte de sí mismo, aflore y le recuerde que él, tiene que mostrar fuera de sí, pensamientos, poemas, historias al mundo.
La vida de un escritor es sencilla, a veces incluso solitaria, su mundo interior tan agitado, que a veces no le permite escuchar las voces que oye a su alrededor en la vida cotidiana.
Un escritor nace, pero la vida le hace ser escritor, porque sin duda sin las experiencias que ella nos da, el no podría escribir ni una sola palabra, ni un sólo verso, ni una sóla historia.
Cuando os encontréis con un escritor, disfrutar de su presencia, llenaros de su esencia, yo siempre intento empatizar con ellos, para poder crecer como persona.
Un escritor nace, pero también se hace, la fama no es su meta, pero si exteriorizar aquello que su alma le escribe cada segundo de su vida, y por supuesto no hay mayor recompensa (ni siquiera la económica, creedme habitualmente no es el fin de un escritor), que una persona sólo una, lea su obra y le diga, gracias por darme éste regalo.
Un escritor nace, pero se hace...
Dru Parbel
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