Forjada en tu vientre,
tus entrañas alimentaron mi ser,
hasta hacerme digna,
de ver amanecer.
Fuiste mi refugio, en la niñez,
tu pecho me consoló,
de las adversidades de éste mundo,
en ocasiones adverso y cruel.
Me enseñaste la ética,
la moral para actuar,
tus pasos fueron mi testigo
que a otro he de pasar.
Ahora, cuando la vida,
me muestra que es la creación,
más que nunca te agradezco,
todo el amor con el que tu boca,me nutrió.
En éste día, más que en otros,
sólo puedo decirte.
Gracias, por haberme dado la vida,
y la razón para existir.
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