Mira...
Los luceros que al alba
como pequeñas luces pululan,
allá en el confín de la tierra y el mar.
Mira...
Esos acantilados,
como arrancan el rugido de las olas.
Mira...
El viento sobre el mar
que enfurecido forma,
remolinos de espuma convertida en sal.
Mira...
La paz que invade,
mi pequeño espíritu
con algo tan sublime
que apenas puede concebir.
(Agosto 1997)
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